dijous, de desembre 14, 2006

SE MURIO PINOCHO...

Chile, con sus cordilleras preciosas y nevadas que vigilan aquel Santiago que ahora dividido grita y llora la muerte de un dictador, que se erigió como heroe o villano al más puro estilo de un personaje clásico que ningún guionista pudo imaginar; Chile es un país que se reconoce más dividido, que no ha olvidado y le quitaron la costra de forma rápida y dolorosa, porque la carne viva siempre duele y recuerda que causó las heridas.

Los reporteros foraneos, informan y cuentan las historias de ese país de tan buen corazón, que hoy se divide por un viejo decrépito encajonado en una escuela militar, una señora le pregunta a un reportero español dónde quedó la condición de mujer de la presidente Bahcelet al no asistir a los funerales del viejo, y negarle los honores de Estado... quizá la señora no ha pensado que su condición de mujer pudo quedarse en Villa Grimaldi mientras torturaban a ella y a su madre, o en el exilio que lloraba a un padre muerto por la dictadura. Quizá a la señora se le olvido que muchos otros perdieron la condición de humanos en el Estadio Nacional, al que muchos hinchas no regresan más.

El nieto de Allende, fichado cuando niño, exiliado en México y residente ahora en ese Santiago que explota cual volcán, asegura que no destapa la botella para celebrar, dice que nada puede celebrar Chile cuando muere un chileno. Quizá más joven y con su dosis de utopíá necesaria para tener fe, opta por cambiar de página. Pero los hechos están ahí, en el estadio nacional, en las escuelas militares, en el busto de Allende frente a la Moneda, en Plaza Italia y sus banderas coloradas, en el retrato del dicatador con sus lentes polarizados y sobretodo en la memoria de muchos chilenos.

Se murió un dictador y la dignidad de Chile no está manchada, pero habrá que seguir caminando y dejar a los muertos en paz, ya suficiente se tiene que hacer por los que están vivos.

divendres, de desembre 01, 2006

A CHENTE

Hace seis años exactamente, Martita veía de reojo a Chente como ya queriéndole romper sus huesitos, pero lo hacía desde la barrera. El nuevo flamante "presidente de México" se engalanaba del título cual conde de alcurnia europea y se sentaba a desayunar tamales con los niños de la calle en Tepito; se persigno enfrente de la Guadalupana (que ahora hasta vende pizzas, pero esa es otra historia) y saludaba, porque no, a sus hijos antes que al congreso, como quién sale por primera vez en televisión y manda saludos: !!para mi chata que me está viendo en Atizapán!!

Hoy Chente se jué, y aunque sonreía en San Lazaro viendo al chiquillo ponerse la remera presidencial, se jue algo descontento, como perro que sale de casa con una patada en el culo. Dejo escapar la oportunidad de hacer algo, le amarraron las manos, la economía gringa desaceleró lo cuál lo pasó a fastidiar y él nunca acabó de arrancar. Martita, tan polémica ella, ni siquiera se apareció, se jueron tristes a su rancho y hoy nadie lo baja de imbecil, retraido, hablador o de plano pendejo. Si algo es cierto, es que se marcha más jodido de como llegó, seguramente ahora los muchos amigos ya se alejan, y sólo por la noche cuando se despidio de su gabinete, como Arturo despidiéndose de la mesa redonda, vimos gente que agradecida se despedía del señor de la bota con lustre, y claro es que pocos saben (yo no me incluyo) la titánica tarea de ser presidente de este país.

Al final, me dio un poco de tristeza y desasociego (yo voté por él y me deja desencantado), por una parte porque comprobamos que en este país de poco sirven las buenas intenciones, porque no basta con que la mayoría quiera algo de más calidad pa sus chamacos, y en parte también porque con recelo miro a los nuevos (¿porque dicese que son dos?) presidentes. Uno el chiquillo de la banda presidencial, es de llevarse con cuidadito, o como diría mi abuelita, pue que nos salga más cabrón que bonito, hombre de pocas pulgas que llega de dudosas maneras al poder. El otro, el del aguila juarista (¿por qué no dejan en paz a los muertos carajo?) es un chiste mal contado que nos puede dejar sin sonrisas en la boca.

Quizá tengan razón y Fots era un pendejo, pero ahora tenemos a una bola de pendejos-cabrones, y esos me dan más miedo.

Suena: En tête a tête - Mathieu Chedid